Dominando la transición de una siesta a ninguna siesta
A medida que los niños crecen y su mundo se expande, sus necesidades de sueño también cambian, incluida la importante transición de una siesta diaria a ninguna. Esta transición suele ocurrir alrededor de los 3 a 4 años, pero algunos niños están listos tan temprano como a los 2 años. Este período es un momento delicado tanto para el niño como para los padres, que requiere paciencia, comprensión y una remodelación suave del ritmo del día. Como regla general, a lo largo de mi experiencia me he dado cuenta de que los niños más activos y enérgicos son los que dejan de tomar siestas más temprano, esto no significa, sin embargo, que tengan menos necesidades de sueño total, sino que necesitan más sueño nocturno; estos niños pueden reducir o eliminar su siesta antes que sus compañeros más relajados.
Cuando tu hijo esté listo para eliminar su última siesta, es posible que notes señales como resistencia a la hora de la siesta o menos somnolencia en su hora habitual de la siesta. También pueden permanecer energizados y alerta durante el día o tener dificultades para conciliar el sueño por la noche. Estas señales indican que podría ser hora de comenzar la transición, un proceso que debe ser tan gradual y suave como sea posible.
Para facilitar esta transición, comienza acortando la duración de la siesta o programándola más temprano en el día, aumentando gradualmente el tiempo despierto por la tarde. Este intervalo de vigilia más largo permite que se acumule lo que los expertos en sueño llaman 'presión de sueño', haciendo que la hora de acostarse sea un alivio bienvenido. Fomenta el juego activo y el compromiso durante la tarde, pero a medida que se acerca la noche, cambia a una rutina más tranquila y relajante para prepararlos para el descanso nocturno.
Alternar días con y sin siesta también puede ser una estrategia útil. En los días con siesta, evita que esta haga que la hora de dormir sea demasiado tarde, manteniendo un equilibrio que evite el cansancio extremo. La consistencia en su horario de sueño, incluso en medio de este cambio, ayuda a que tu hijo se adapte más fácilmente y mantenga un sueño adecuado.
Una hora de acostarse más temprana suele ser beneficiosa durante esta transición. Compensa la pérdida de sueño diurno y evita el cansancio extremo, lo que paradójicamente puede dificultar conciliar el sueño. Un sueño nocturno más temprano apoya sus necesidades totales de sueño y ayuda a mantener una rutina saludable y tranquila.
Mientras navegas por este camino de una siesta a ninguna, recuerda que el objetivo no es solo eliminar el sueño diurno. Se trata de ajustar el sueño total en 24 horas para adaptarse a sus necesidades en evolución. Observar el estado de ánimo, los niveles de energía y los patrones generales de sueño de tu hijo te guiará para hacer los ajustes correctos. Mantente flexible, receptivo a sus señales y apóyalos mientras dan este paso significativo.
El camino de una siesta a ninguna siesta es un hito en el desarrollo de tu hijo, marcando su transición a un patrón de sueño más adulto. Con un enfoque cuidadoso y una mirada atenta, puedes ayudarlos a avanzar suavemente en esta nueva fase, asegurando que su sueño siga siendo reparador, tranquilo y justo para sus cuerpos y mentes en crecimiento.
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